Cursando la cátedra de Historia de Venezuela contemporánea durante los estudios para la maestría en Relaciones Internacionales del Instituto de Altos Estudios
Diplomáticos “Pedro Gual” con el profesor Manuel Caballero[1], tratamos el tema de las crisis de la Masonería en el siglo XX. Para precisar el
término crisis en teoría histórica es asumido como un tránsito de determinadas
condiciones que determinan el paso de un período histórico a otro. El enunciado que
utilizamos en aquel momento fue expresado de la siguiente forma en la
introducción a aquella investigación: “Observamos a la Masonería venezolana
como la Orden de los próceres de la
Independencia, de todos los presidentes del siglo pasado, y la de la lucha por
la igualdad de los derechos civiles durante los primeros años de la segunda
mitad del siglo XIX. Nos encontramos ante un pasado glorioso, frente al cual, la Masonería actual
luce pálida, inactiva y decadente. Lo que no sabemos a ciencia cierta, es si detrás de ese aspecto externo, hay algo
más que no ha revelado la documentación.
Ese contraste tan marcado nos hizo pensar en
un período de crisis, donde se produjo ese cambio” Hagamos
un paréntesis en este punto para establecer una primera interrogante. Estamos
hablando de auge y decadencia de una institución, que desde su establecimiento institucional
en 1824, pasó treinta años antes de consolidarse como Gran Logia a nivel
institucional en todo el territorio nacional[2].
¿Cuál sería entonces el criterio más apropiado para establecer el parámetro de
auge o decadencia? Sin duda que el parámetro que utilicé en aquel entonces fue
un parámetro político, por no decir profano.
En primer lugar
observamos una Orden de Próceres de la Independencia. En segundo término, la
Orden de los presidentes de la República durante el siglo XIX. Pero además
estamos hablando de un colectivo masónico que se manifiesta en la documentación
preservada, a través de su capacidad para organizarse en virtud de la lucha por
la igualdad en el plano de los derechos civiles. Los tres juicios de valor
deben ser sometidos a una hermenéutica que permita afinar los elementos de
juicio antes de hablar en términos de auge y decadencia.
Investigaciones
posteriores a la de ese curso de Historia de Venezuela Contemporánea, nos han
ilustrado en muchos aspectos para seguir enunciando con mejor propiedad
aquellas acciones. Dividamos en tres partes nuestro análisis sobre este asunto.
1.- El enunciado
parece partir de la premisa de que ser prócer de la Independencia es una virtud
masónica. No estoy seguro de que un masón como Juan Vicente González Delgado,
quien figura en el cuadro de la logia Fe N 35 del año 1866, estaría muy de
acuerdo con nuestro enunciado, sobre todo, si juzgamos por lo que expresa en su
obra sobre la ruina y la desolación causada por aquellos rebeldes del 19 de
abril[3].
¿Una virtud de
cuál masonería y de cuál independencia.?
¿Cuáles
son las virtudes masónicas?
Carlos
Manuel Berhelt Berrocal en su Concepto de la Virtud en la Masonería[4]
nos habla de tres virtudes esenciales que debe presentar el candidato a la
iniciación masónica: ser libre Pensador, tener voluntad propia y discreción
absoluta. Él apunta tres elementos propios de la ética masónica. Además define
a la logia como el lugar donde se congregan hombres independientes para
adquirir los conocimientos que los lleven a lograr las virtudes sociales. Sin
detallar importantes comentarios que hace sobre la virtud desde el punto de
vista etimológico, ético filosófico, y desde la perspectiva del Talmud.
Pensamos que si ser independiente es una condición esencial del ser masón.
Entonces suena lógico que los masones del siglo XX hubiesen admirado a los
héroes de la independencia como prototipo ideal del masón.
La
pregunta que surge de esta respuesta está dirigida a los masones del siglo XIX.
¿Por qué ellos no alardearon tanto sobre los próceres de la Independencia?
De
cuál independencia habría que despejar la pregunta. Sabemos que hubo una
independencia política sobre todo jurídica. Sabemos que la independencia fue
una de las consecuencias de la explosión social que se puso de manifiesto
durante la crisis de autoridad del Rey a partir de 1808. Sabemos que las
guerras civiles tuvieron una salida política que fue la guerra por la
independencia política, guerras cuyo efecto principal se manifestó en la ruina
y en la muerte, que generaron a su vez, nuevas formas de dependencia económica
derivadas de la deuda externa, y que la dependencia ideológica mantiene pleno
vigor en el siglo XXI, no sin sus respectivas transmutaciones en cuanto a la
manera de manifestarse.
Lo
que sí podemos percibir, es que la presencia de una forma de masonería
profesional del gremio militar practicada entre los oficiales de los ejércitos
tanto británicos como españoles, permitieron dar los pasos hacia un proceso de
pacificación, donde aquellos masones del siglo XIX entendía como un hecho
masónico, no la independencia como guerra, pero si el abrazo de Bolívar y
Morillo en el lugar del encuentro a la hora de firmar el armisticio, ese abrazo
es considerado como un símbolo masónico de reconocimiento de igualdad, respeto,
fraternidad, y sobre todo en el caso específico, de reconciliación fraternal.
La tolerancia como símbolo y virtud de entendimiento humano para dar fin a la
Guerra a Muerte.
De
lo expresado en este primer punto podemos ingerir que los masones admiren a los héroes de la
independencia por su lucha abnegada por obtener la independencia. Aunque
hubiesen tenido más injerencia en el proceso de pacificación que en el del heroísmo
guerrero. La decadencia tiende a reconocer como virtud la lucha por la guerra por la independencia, más que la lucha por la pacificación y por la igualdad en el reconocimiento de los derechos civiles, y muchas virtudes masónicas de las cuales poco se escribía porque se ignora su última propagación.
2.
El hecho de que todos los presidentes de Venezuela del siglo XIX estuvieron
vinculados a la masonería en alguna etapa o durante toda su vida como elemento
de criterio para catalogar el auge o importancia de la Masonería resulta otro
criterio más cercano a la política que a los valores masónicos. Si tomamos el
asunto como “que importante es que todos los presidentes sean masones”, sin
detenernos a pensar ¿qué clase de presidentes fueron?; ¿A cuál categoría de
seres humanos estamos hablando?.
Con
esas preguntas ya dejamos el noventa por ciento de las interrogantes
respondidas. En este particular preferiría exaltar los valores de una orden de
paz durante un siglo de guerras, resaltamos la virtud de la institución
masónica al mantenerse “unida” y sobrevivir a todos los desastres políticos que
propiciaron sus masones presidentes, manteniéndose como la institución de los
obreros de la paz.
3.-
El tercer punto para iniciar el debate sobre el tema viene dado por estamos hablando de un colectivo masónico que
se manifiesta en la documentación preservada, a través de su capacidad para
organizarse en virtud de la lucha por la igualdad en el plano de los derechos
civiles. Esta es una historia oculta de la Masonería. Pero también parece un
elemento de criterio más adecuado para evaluar el auge o decadencia de la Orden
en virtud de saber cuál es la acción masónica, o el rol que le toca desempeñar
como colectivo a la hora de considerar su auge o decadencia. Si los masones del
presente desconocen todos los logros que la Orden alcanzó como colectivo, es
fácil comprender por qué evalúan la importancia de la Masonería en virtud de
estar en el gobierno. Pero por otro lado nos hace pensar que la Masonería
venezolana del siglo XIX fue un instrumento de la política de Guzmán Blanco
cuando vinculamos su auge y decadencia con el auge y decadencia de la figura
política de este personaje que luce más como un político y un guerrero que
murió dejando una herencia millonaria en Francia, que como un fervoroso obrero
de la paz, iniciado en unos augustos misterios que lo guiaron por la senda de
la luz masónica.
Caracas 30 12 2013
[1] Eloy
Reverón, Crisis de la Masonería venezolana (siglo XX) (Caracas, Venezuela:
Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, 1995)
[2] Para detalles relativos a
la institucionalización de la Masonería en Venezuela remitimos a Masonería
Desnuda, de Eloy Reverón
[3] Remitimos el lector a su
ensayo periodístico alrededor de la Independencia en su Biografía de José Félix
Ribas.
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