sábado, 13 de marzo de 2021

En Pleno siglo XXI por Eloy Reverón

Hay cosas que se cuentan y no se creen. Católicos, apostólicos, romanos de España. En pleno siglo XXI y en un periódico digital que lleva casi dos décadas en la Red, y en plena pandemia haciendo la cruz de palo con la mano izquierda de frente y clamando justicia del cielo contra la Masonería. Evocando la legendaria reunión que unificara lo que quedaba del gremio medieval que había erguido piedra sobre piedra, a las majestuosas catedrales del gótico flamígero. No me refiero a las centenares de masonerías que existían bajo diferentes nombres con espíritu de sectas desde comienzos del siglo XVIII en Europa. El hombre evoca al reverendo James Anderson, un pastor presbiterano que vivió entre 1678 y 1739 y con la presencia de un personaje clave, miembro de la Royal Society J. T. Desaguliers, doctor en Leyes, quien además ocupó el cargo de Diputado del Gran Maestre y vinculado, nada menos que al célebre personaje, mejor conocido como científico que como alquimista, Isaac Newton (1642-1727) en la citada academia científica, según rumores masónicos, nombrado por la Royal Society como su asistente experimental en 1714; también reconocido por haberse dedicado a la divulgación de sus trabajos científicos en conferencias públicas.


Si bien es cierto que la masonería británica se unificó entre 1717 y 1723, diez años después de la firma del acta que se organizara el Estado conocido como Reino Unido (UK), y a mediados de ese mismo siglo comienzan hacer ruido los engranajes de la Revolución Industrial y la expansión del comercio britático que ubicarían al Reino Unido como la potencia que desplazaría al Imperio Español. Con toda esta referencia, el historiador moderno, Manuel Villegas, asegura que “La masonería no tiene prisa, no se apremia, lenta, pausada, pero ininterrumpidamente irá avanzando en la implantación de su Nuevo Orden Mundial, que acabará con los valores que sustentan nuestra civilización desde hace siglos.”

Si un historiador venezolano, Enrique Bernardo Núñez (1895-1964), no hubiera afirmado el 24 de junio de 1948 en su discurso de incorporación a la Academia Nacional de la Historia, que estábamos presenciando el derrumbe de esa misma civilización a que hace referencia el historiador y doctorado en filosofía Manuel Villegas, y que poco menos de un siglo equivalen a segundos en la historia de la Humanidad; Si aparentemente son dos contextos diferentes en la observación de este fenómeno estelar, el uno veía la cabeza y el otro la cola del comenta que anuncia el derrumbe de esa civilización que se armó de fuerza y vigor poco después del cierre de la Ruta de la Seda en 1453, cuando los turcos cerraron el paso en Constantinopla.

Con toda la fuerza telúrica que pudo iluminar la propaganda del régimen franquista sobre la infancia del apreciado colega andaluz, quien creció en medio del contubernio judeo-masónico-comunista tan brillantemente estudiado por historiador de la Masonería española y las masonerías del mundo, el padre José Antonio Ferrer Benimeli (1934), que al parecer Villegas no considera desde la perspectiva historiográfica, sino que mantiene una fijación con algunos de sus predecesores como Salvador de Madariaga. El molde parece el mismo. Así como ayer pretendieron justificar el derrumbe del imperio mercantilista, colonialista y esclavista español, señalando la paja en el ojo de los masones británicas para proyectar psicológicamente su frustración, pretende ahora contener el fracaso del modo de producción industrial, y de todo el aparateje epistémico ideológico de la modernidad como concepto hegemónico que en esta hora se esconde, detrás de los barbijos del Covic19, cuando tres o cuatro meses antes de la pandemia, las nubes oscuras se posaban sobre la economía estadounidense y su monopolio financiero, y con más de trescientos días de encierro pocos parecen recordarlo.