martes, 9 de junio de 2020

La Muerte al margen de la Pandemia Eloy Reverón

El fantasma de la muerte nos ha salpicado muy cerca.
Se ha llevado al poeta, al pintor, al loco, al ventrílocuo, al músico y a otros muchachos compañeros de mi vida.
Es normal que en un tango la gente se muera en el camino y anormal que ninguno de ellos le dió el gusto a la pandemia.

Pero cuando se cuenta con cierta edad,
la cosa no es como antes
porque cuando éramos jóvenes no nos íbamos a morir nunca.
Pero ahora cuando
registro mis bolsillos
encuentro que no tenemos pasaje de regreso
y el boleto no dice el cual estación me bajo.

Cada cumpleaños
sube un inspector al vagón pidiendo el boleto.
Las veces que ha subido estaba dormido
y me hago el dormido porque
cuando me pida el mío
leerá que mi destino es el del lugar inevitable.
Es que ahora no es como antes
cuando uno le caía a cuentos a la muerte.
Hasta que una vez por miedo a morirme
casi me muero de miedo.
Así fue que decidí cambiar de opinión en aquello de no morirme nunca.
 Para la ocasión sacaré un papagayo por la puerta del último vagón y me amarraré la hila a mi desteñido morral de excursiones y como Icaro me soltaré a volar antes de la próxima estación.
No seré tan pavoso y poco original para decir que será en una cuidad decadente, y menos un día viernes.
Será en un vagón especial del Plan Ferroviario Nacional, y ya lo acordé con la muerte, será cualquier día soleado y con buena brisa y lejos del tendido eléctrico, pero eso sí para que sea como cuando en mi juventud: que hayan terminado de cumplir la promesa de terminar el plan ferroviario.
Eloy Reverón Junio 2020