Las primeras logias masónicas comienzan a establecerse en nuestros puertos con la apertura de las relaciones comerciales entre Iglaterra y las colonias de España en América. Se establecen comerciantes en los puertos y se pone de moda, por decirlo así, esta forma de reunirse al estilo Inglés. La segunda oleada llega con las guarniciones militares tanto de España con de Inglaterra, las cuales establecen logias de Campamento.
De esta manera, los documentos masónicos firmados en lo que hoy es territorio venezolano, datan de 1817, en Achaguas. El cual corresponde a un salvo conducto para viajar a la provincia de Veraguas, el cual fue expedido a favor de Dionicio Egan que reposa en el archivo de la Gran Colombia en Bogotá. El segundo corresponde a una solicitud de Carta Patente a la logia Amicable N 25 de Maryland, firmada por el general Páez en Valencia durante el año 1823.
En la hoja de servicios elaborada por el acucioso documentalista general Manuel Landaeta Rosales, Páez fue nombrado primer Serenísimo Gran Maestro de la Orden Franc masónica venezolana en 1840. Según la experiencia de todos estos años investigando el tema, y lo confirman los masones del siglo XIX, el gran influjo de la masonería en el proceso conocido como el de la independencia jurídica y militar de Venezuela, está vinculado a la pacificación. El abrazo de Santa Ana, tiene todas las características de la simbología masónica. José
de Jesús Castro afirmaba en 1856 que la masonería había llegado a Venezuela en 1808. La suscinta relación histórica de la masonería venezolana escrita por los Francmasones e impresa en la imprenta de Georges Corser dan cuenta de este episodio de pacificación como un episodio masónico. De igual manera Francisco González Guinán reseña el texto de la solicitud de amnistía para el general Mariño en 1853, le recuerdan los masones al presidente Monágas el Ejemplo de Boívar y Morillo en Santa Ana de Trujillo.
De tal suerte que la masonería histórica comienza cuando la acción de los masones se hace sentir en la sociedad, no como unos fabricantes de violencia, de muerte y guerra, sino como obreros de la paz. Miembros de una sociedad discreta, no secreta. Lejos de labores conspirativas.
Aquí presentamos otro testimonio de un legionario británico que hace mención a su participación como vigilante en la ceremonia de iniciación del general Montilla en la Logia de Angostura, también en 1817, lo cual coincide con el nombramiento de James Hamilton como Supremo Comendador para América del sur que publicamos en el Blog Lectores. Una cita del historiador británico Robert Freke Gould (1836 1915) En Angostura este Hamilton hizo su vida, fue el traductor del discurso de Angostura y obtuvo una concepción para la navegación de sus vapores por el Orinoco. Se le conoce también por el Amargo de Angostura.
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