Kant enuncia el progreso gradual de lo que él llama filosofía dogmática hasta lo que él reconoce como filosofía crítica con “independencia científica” de la filosofía en general, asumiendo a la filosofía como una ciencia, desde su perspectiva.
En el capítulo II del Segundo Libro Crítica de la Razón Pura, Kant comienza enunciando:
Concentra el interés de la razón tres preguntas:
1.- ¿Qué puedo saber?
2.- ¿Qué puedo hacer?
3.- ¿Qué puedo esperar?
Del ideal del bien supremo como fundamento de determinación del fin último de la razón pura.
Kant se refriere a Leibniz así: “Leibniz denominaba reino de la gracia el mundo si en él se contemplaban solamente los entes racionales y su relación según leyes morales bajo el gobierno de un bien supremo, y lo distinguía del reino de la naturaleza, donde aunque, aquellos están bajo leyes morales, no esperan otro resultado de su conducta que el propio de la marcha de la naturaleza de nuestro mundo de los sentidos.”
Nietzsche se refiere a “Kant: un mediocre psicólogo y mediano conocedor de los hombres, con fallos enormes en relación con los grandes valores históricos (la Revolución Francesa); fanático moral a lo Rousseau, con una corriente subterránea de valores cristianos; completamente dogmático, pero soportando con fastidio esta inclinación,(…) Un retardador, un intermediario nada original (como lo era Leibniz, intermediario y transición entre el mecanismo y el espiritualismo, como lo era Goethe entre el gusto del siglo XVIII y el `sentido histórico´ - que es esencialmente un sentido del exotismo-“
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